Que Europa no le interesa a nadie (entiéndase al ciudadano de a píe) se ha convertido ya en un tópico del análisis político. Sin embargo nadie parece hacer nada para cambiarlo y las elecciones europeas han sido un buen ejemplo de ello.
Puesto que Europa es el marco legislativo donde se erigen muchas de las leyes que luego se adoptan en los estados, se supone que, por mera responsabilidad política, los primeros interesados en acercarla al ciudadano son los partidos. No obstante, sus acciones van en otras direcciones.
La democracia en España se está convirtiendo en una especie de bipartidismo donde, más que el proyecto político, importa la capacidad de captar votos para alzarse con el poder lo antes posible. En este sentido los partidos interpretan las elecciones europeas como un sondeo de peso, un preámbulo, de las elecciones estatales venideras. Una especie de control de daños y fuerza política ejemplificada en el; «si ahora hubiera elecciones generales X se haría con el poder»
En consecuencia la campaña electoral ha versado básicamente sobre cuestiones de política nacional dejando a Europa como un fondo lejano, como la enésima excusa para sacar a relucir el merchandising político.
Pero si escribo esto no es tanto para criticar el juego político representado como el seguidismo en que han caído los medios de comunicación. En vez de informar al ciudadano de la incidencia de la Comunidad Europea en su vida, la mayoría han reproducido el pobre debate, plagado de tópicos y argumentos infantiles del tipo «y tú más», que se ha ejercido durante la campaña. Una lástima.