El que Cuatro haya optado por un formato peculiar para su programa de Deportes no es ninguna novedad. ¿Qué seguidor deportivo no ha caído nunca en las trampas que el programa tiende? ¿Quién no ha sucumbido al morbo de alguno de sus avances? Ahora bien, una vez visto, la sensación suele ser de tomadura de pelo.
Es obvio que los deportes no dan para mucho. Su contenido estricto es el desarrollo de un enfrentamiento o competición y, a lo sumo, las novedades o bajas en un equipo o directiva. Más allá de eso empieza el terreno pantanoso de la opinión.
Cualquier programa de deportes, y más uno diario, ha de lidiar con esta falta de contenido y tenerlo en cuenta es un ejercicio de lealtad informativa. Sin embargo en el caso que nos ocupa esto no es así.
El programa está concebido de entrada como si los contenidos fueran abundantes y pudieran llenar 30 min. de emisión diaria. Cuota a la que no llegan si no es porque sus contenidos suelen ser frívolos, intrascendentes o patéticos. Con la intención de captar a la audiencia todo está permitido y lo primero que hacen para que la audiencia no desconecte es intercalar introducciones a temas posteriores o avances de alguna de las informaciones, avances que son ya un pequeño clip, para mantener la atención del espectador. De esta manera éste no sabe bien qué información vendrá a continuación ni puede localizar la que le interesa, obligándole a permanecer enganchado al programa.
Pero estas estratagemas estructurales se complementan con el tratamiento informativo que realizan. Puesto que muchas de las informaciones que se dan carecen de interés o no tienen prácticamente base informativa se maquillan en videos totalmente tendenciosos que únicamente buscan despertar alguna emoción en el espectador. Además de juzgar y sentenciar sin ninguna base dan por supuestos estados de ánimos o intenciones que achacan tranquilamente a los protagonistas de sus informaciones.
Todo ello aderezado con dosis de humor, a veces dudoso, en las que se lanzan a opinar sin ningún reparo en medio de lo que se supone un programa informativo.
Debido a que se trata de un programa deportivo la cosa no parece tan grave porque al fin y al cabo los deportes no son más que deportes. Sin embargo y ciñéndonos a lo estrictamente deportivo (los comentarios machistas o nacionalistas que han proferido alguna vez gracias a la soltura de carácter que exhiben en el plató quedan para otro análisis) hay que decir que el fútbol monopoliza el programa, pero sobre todo, que el monopolio lo comparten el Barça y el Madrid.
Si uno tiene un programa de intención informativa pero de carácter opinativo lo más probable es que acabe pasando la información por el tamiz de sus preferencias de manera exagerada. Esto, tratándose de un programa deportivo, no sería tan grave si no fuera porque 1: tiene un carácter informativo y 2:en principio no está asociado a ningún club.
Es en este punto donde a menudo se les ve el plumero. La desenvoltura con la que plantean el programa permite que den rienda suelta a su madridismo que acaba centrando el interés de la parrilla informativa, sea por cuestiones intrascendentes, sea por el estado de ánimo del equipo o sea con la voluntad de ensalzar la épica del escudo. Esto se hace más evidente en situaciones ligueras como la actual en la que el Madrid intenta una de sus remontadas. Más que informativo, el programa parece propagandístico. En definitiva el protagonismo es del Madrid y al Barça le queda el papel de antagonista.
Merced de esta rivalidad se crean debates inexistentes (último ejemplo: los rivales van más flojos contra el Barça que contra el Madrid) o se acrecienta la presión hacia otros equipos, principalmente el Barça.
Es interesante constatar cómo desde los medios se puede jugar con el estado de ánimo de los seguidores de un club y como ello se traduce a la postre en mayor o menor presión hacia los equipos e influye en el imaginario colectivo que los rodea. Algo que en programas como el de Cuatro se puede hacer fácilmente en tanto es la baza que ellos, intencionadamente o no, juegan.